Respiré mi vida

Respiré profundo y dejé escapar un par de lágrimas. No estaba segura si eran de alegría, de tristeza o de preocupación. Tal vez de incertidumbre o de triunfo. Tomé fuerzas y obligué a mis temblorosos pies a caminar hacia la puerta, hacia la luz, hacia el comienzo de una nueva vida. Todo cuanto fuiste se quedó atrás, con tus oscuras palabras, con tus falsos afectos, con tus manos vacías. Por primera vez reí de forma sincera al no verte en mi camino de regreso a lo que soy. Corté ese cordón umbilical de terror que me unía a ti. Creo que ese vacío que tenía era de mí, por dejar que te me albergaras dentro; quizá bajé dos kilos a causa de eso, me siento más delgada, más liviana, más ligera, hasta más bella diría. Fue como empezar una desintoxicación con este nuevo régimen, una dieta emocional muy efectiva.

Respiré tranquila por primera vez, también por primera vez en tantos años me sentí dueña de mí, tan dueña como para sacarte de aquí, como para no darte cabida. Apagué esa vocesita tuya implantada en mi conciencia que todo el tiempo decía que no podía. Arranqué de mí la angustia que me producías.

Respiré alegre en cuanto asimilé "ya no eres mi vida". Tan grande te veías y hoy finalmente tu estatura era menor que la mía. Pobre e insignificante te veías en tu torpe intento de comprender por qué lo hacía. Tal vez no alcances a comprenderlo nunca, la falta de sentido común en ti es pan de cada día.

Respiré tanto, tan hondo, tan profundo, tan fuerte, tan feliz, ¡¡¡grité!!!... me llené de mí, de mi nueva vida, de mis propias ideas, de mis propias alegrías. Consumí cuanto pude de ese nuevo aire libre de tu hedor, miré alrededor el espacio tan amplio y tan libre de tus monerías.

Hoy después de tanto tiempo soy mía, me recibo, me amo, me alegro de ser yo y de que no estés más en mi vida.

Te despido con una sonrisa de satisfacción por el valor que tuve de sacarte, de exiliarte, de dejarte, de desligarte, de apartarte, tuve valentía. Porque sí; aunque tardé tanto en entenderlo, ya no puedes dañarme, no puedes herirme, no puedes tenerme, no puedes usarme, no puedes manipularme... ya puedo irme.

Te deseo suerte y que te vaya bien tratando de encontrar tu nueva vida, porque la mía... es mía, hoy la respiré... y no te imaginas lo bien que se sentía.


Descansa en paz.


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